lunes, 6 de marzo de 2017

Girasoles


¿Habrá un amarillo más honesto y vibrante que el de los girasoles? ¿Has notado  la alegría que transmite su bello color y la fuerza de su centro?

Estaba a 3 días de una cirugía, recuperándome de una fuerte deficiencia de vitamina D; sí, la esa vitamina que no es muy famosa pero se obtiene del sol y ayuda a tus huesos, memoria y te protege de las alergias.  Y esa mañana, sobre mi escritorio había un hermoso ramo de girasoles que gentilmente había colocado mi asistente deseando que yo estuviera más relajada.  El gesto me llenó profundamente y la presencia de las flores capturó toda mi atención. Los momentos  siguientes recordé unas hermosas fotos de ensueño que compartió la familia de mi hermana luego de visitar los campos de girasol cerca de Chicago.  También pensé en el intento “no fallido” de la vez que las sembré con mis hijas en nuestro pequeño jardín en la amada casita de San Cristóbal y finalmente mis recuerdos llegaron hasta  la casa de la Nona, en La Antigua, donde me gustaba ver a los loros comiendo semillas de girasol, esas preciosas semillas grises con blanco tan valoradas por las guacamayas; llevan en su interior todo lo genéticamente necesario para dar lugar a estas imponentes flores de cuello fuerte.  


Si eres curioso, notarás que siempre giran; en ocasiones pareciera que están “torcidas” pero en realidad lo que hacen es girar hacia el sol.  Leí que Dios promete que nacerá para nosotros como un sol de justicia. Buscarlo puede que nos haga ver “torcidos o extraños”  pero ¿acaso por eso nos perderíamos la oportunidad de irradiar toda la alegría que transmite girar hacia Él? 

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