lunes, 17 de septiembre de 2018

Un viento mayor



Esa mañana un rayo de sol encontró la manera de colarse entre las hojas espesas de los altos árboles del bosque, yo terminaba mi caminata y pude contemplar cómo junto con ese resplandor se elevó un pequeño “mishito” o algodoncillo, muy similar al diente de león o las semillas voladoras que poseen esa textura de finos y espumosos hilos blancos.  Realmente son un espectáculo, dondequiera que ande una de estas semillas, un momento cotidiano, puede volverse un instante de alegría, ilusión y  sentido de rapidez por atraparla.

Semanas más tarde, quise replicar el momento, soplando un diente de león. Todo parecía perfecto, tenía el mejor fotógrafo, un hermoso viñedo como paisaje natural y un campo en el que abundaban los dientes de león.  Por un instante me sentí el lobo en la historia de los tres cochinitos,  “sople y sople” y entendí que no se desprenden tan fácilmente.    

Esto me hizo pensar en todas esas veces que trato de elevar o mover las circunstancias en mis propias fuerzas.  En ocasiones lucho por generar asombro en la vida de otros, por traer alegría, soluciones; genuinamente lo intento pero el momento mágico no se produce al hacer caras chistosas intentando soplar fuerte. 

En nuestras fuerzas nos fatigamos y cansamos, pero en Dios tenemos todas esas maravillosas promesas escritas en su palabra en las que podemos esperar ser elevados por un VIENTO MAYOR. 


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